Dr. Flavio Rapisardi – Secretario de Posgrado y Director de la Maestría en Comunicación y DDHH de la FPyCS – Universidad Nacional De La Plata, Argentina
Las/es/os neconservadoras/es/ contemporáneos gritan a todos los puntos cardinales la palabra “libertad” como si les perteneciera. Nada más lejos y nada menos cierto. Y detrás de esto hay una economía política de la comunicación y de la opinión pública. El débil andamiaje institucional de las democracias liberales (socialcristianas, conservadoras, liberales y socialdemócratas) devino una mueca primero de espanto y luego de servilismo ante los cambios impulsados primero por la globalización como proyecto político, tal como explicó André Gorz (de la mano de la Comisión Trilaterial, la Sociedad Mont Pelerin, etc), que quitó – en grados distintos según el lugar en el reparto internacional del trabajo – las potestades estatales a burocracias anquilosadas. La relación entre capital y trabajo, es decir entre clases sociales; entre naciones centrales y colonias/semicolonias; entre estados nacionales y corporaciones transnacionales transformó el panorama con los desarrollos infocomunicacionales que produjo en nombre de una democratización de las comunicaciones, pero que en los hechos resultó un “dispersión” que se unifica en quienes manejan la complejidad de la propiedad de los medios y mediaciones: redes, satélites, fibra óptica, producción de conductores y los bienes comunes necesarios para el desarrollo del sistema infocomunicacional.
En este nuevo panorama, la derecha en su versión libertaria/neoliberal/corporativa se apropió de significantes, de discursos, de la “politización del malestar” que siempre fue tarea de los movimientos emancipatorios. Por esto no es tarea vana y si urgente volver a recuperar una verdadera libertad de expresión en condiciones de “igualibertad” tal como sostiene Jean Luc-Nancy. Las batallas dadas para la sanción y promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en nuestro país y en otros países de la región se encuentra bloqueada y lo seguirá una y otra vez por poderes fácticos que vuelven a la vía legislativa, en estas condiciones de lawfare y poderes judiciales oligárquicos, solo una esperanza destinada al fracaso. Se hace necesario volver a disputar los modos de producción de sentido de manera paralela o junto con la discusión sobre la propiedad de los medios de comunicación, la articulación y fortalecimiento de sistemas de comunicación alternativos y públicos, la promoción de la investigación y el desarrollo de tecnología con “estilos tecnológicos” nacionales como planteaba Oscar Varsavsky y tejer las alianzas necesarias para el desarrollo de una sociedad del bienestar no solo por vía del consumo: ese camino solo construyó monstruos y no podemos lavarnos las manos de nuestra responsabilidad en ese proceso: ¿Cuál es el orgullo de decir que creamos “clase media y luego nos vota en contra?
Como un aporte a la necesidad de hacer efectiva la libertad de expresión, nuestra FPyCS, el IDHUM e HIJOS Capital creamos el “Observatorio Democracia” que en esta ocasión en alianza con la Universidad de la Tierra de Bogotá, Colombia, pusimos en marcha el “Proyecto Pregón. Programa Binacional de Investigación Argentina-Colombia: Ataque a la libertad de expresión: violencia, odio y desinformación como prácticas de censura y proscripción” que desarrolla sus tareas en el Instituto Aníbal Ford. Desde hace dos semanas y durante las que siguen hasta completar un mes de relevamiento nueve investigadorxs colombianxs y doce investigadorxs argentinxs, (estudiantes de nuestro Doctorado y de la Maestría en Comunicación y DDHH) e investigadorxs coordinadorxs de nuestra Facultad y de la Universidad de la Tierra Fals Borda, estamos analizando de manera diaria y sistemática doce cuentas de representantes de la política, el periodismo e influencers tanto en X como en IG a partir de una grilla de relevamiento que elaboramos durante dos meses de diálogos en Argentina y Colombia. Orienta nuestra investigación la hipótesis sobre la existencia estrategias discursivas coordinadas por la nueva internacional autoritaria y neo fascista en la que al discurso de odio se le suman distintas formas de comunicación violenta como amenazas, provocaciones, inducciones bajo formas coloquiales o “conspiradas”; ataques al honor y la integridad de personas y colectivos bajo estructuras discursivas generalizadas, múltiples o distribuidas; las apelaciones intertextuales, el discurso no enunciado, los usos violentos de la ironía y la multivectorialidad, entre otras cuestiones. En nuestros relevamientos utilizamos los marcos legislativos nacionales e internacionales como marcos de inteligibilidad, taxonomía y tipificación para obtener datos, información, matrices y prácticas que podrán ser utilizadas por organizaciones en la confección de los “informes sombras” ante organismo internacionales o denuncias por ataques a la libertad de expresión y prácticas discriminatorias en distintos ámbitos.
La violencia y el odio además de ser sentimientos moldeados culturalmente, son estrategias políticas de producción de censura, autocensura y proscripción, lo que sumado a los compartimientos tendenciosos de los algoritmos que regulan la circulación a velocidades insólitas de posteos (Milei postea solo en X más de 300 veces por día) convirtieron a distintas redes sociales en un verdadero campo minado para la circulación de información corroborada: toda opinión contraria a intereses corporativos será dinamitada por una batalla de fakes y descalificaciones odiantes o violentas; obra de las denuncias de “guerrillas digitales”, tal como definió en Tribunal Superior de Justicia de Brasil para regular al promotor neofascicta de Elon Musk, que pueden hacer clausurar una cuenta por ejemplo por denunciar la masacre de palestinos por parte de Israel. Además la “baja economía de la atención” de lxs consumidorxs de redes que focalizandiscursividades que se encuadran en el género del escándalo y el insulto, ya que los razonamientos, encadenamiento lógico de enunciados y el rechazo al mejor argumento cuando atenta a creencias previas o exige reflexividad, no resisten las exigencias de codificación/decodificación de la aceleración exigida por las redes y las formas de consumo del capitalismo contemporáneo.
Estamos ante una reconfiguraron del Estado (es tiempo de pensar una reforma del Estado y de los tres poderes en clave de una efectiva libertad e igualdad) no como una “herramienta de la clase dominante”, sino como un sistema de construcción de consenso complejo (entre mercado, estado y sociedad civil) para el saqueo que hoy muestra sus efectos en la pobreza creciente en todas las ciudades tal como vienen insistiendo varios indicadores y se puede apreciar a simple vista en el paisaje urbano. Y este saqueo no es posible sin “dolor”, sin “miseria planificada”, pero esta vez con una telaraña mundial de poder enmarañada a desarrollos tecnológicos que transformaron lo que conocíamos como “condición humana”. Todo este proceso no se despliega en el vació, sino por y en nueva geopolítica del descarte que vuelve risueño, cuando no preocupante, la repetición de las anquilosadas recetas de resistencia y lucha: algunas son necesarias, pero ya no son suficientes. Como reza el poema de Ungaretti “no hay peor locura que no ver que todo se está derrumbado”. Contra este derrumbe esta iniciativa viene aportar saber, debate e intervención porque como escribió Néstor Sánchez en su hermosa novela “Nosotros dos”: “… ¿Quiénes seremos… los memoriosos o los ausentes?”